Embajador Raphael Steger Cataño. Futuro Decano del Departamento de Ciencias Sociales. |
Es
un día nublado pero caluroso en la Universidad de las Américas Puebla en
Cholula, son más allá de las cuatro de la tarde del día 27 de agosto del 2013 y
después de una atareada mañana, el embajador Raphael Steger accede a una
entrevista conmigo. Llevo un par de minutos en la facultad de Ciencias Sociales
esperando cuando aparece y da esa sonrisa
tan característica de él. Entramos a su oficina y empezamos a conversar,
no como alumna y profesor, sino como entrevistador y entrevistada, entre una
persona curiosa y alguien que tiene las respuestas a sus preguntas.
Mariana: Buenas tardes señor
Embajador. ¿Cómo se encuentra?
Embajador:
Buenas
Tardes. Bien, muy bien. Con mucho trabajo. Preparándonos para la toma de
posesión el 1° de septiembre de la decanatura.
Mariana: Antes de empezar a
hablar sobre su trayectoria laboral como Embajador y profesor ¿podría hablarnos
un poco sobre Raphael Steger Cataño?
Embajador: ¿Sobre quién soy yo?
Bueno, esa es una pregunta difícil de contestar, ya normalmente la gente no
sabe quién es. Te voy a describir un poco mi historia: Ya cuando maduré e
ingresé a la Universidad Autónoma de México (UNAM), yo no tenía como propósito
ser embajador, ser diplomático. Me gustaba más el ámbito de la docencia y de
ahí que me preparé para ser docente; me fui a Ginebra con una muy buena beca
que me dieron el Banco de México y la UNAM. Regresé y estuvo todavía unos
buenos años en la universidad, pero se presentó la coyuntura de ingresar al
Servicio Exterior Mexicano (SEM) y en ésta coyuntura yo participé originalmente
yo pensaba “Voy a la Unión Soviética dos años, eran suficientes para tratar de
entender ese país”, yo pensé (risas), pero no fue así, fue difícil y muy
diferente. Lo otro ya es historia de una carrera, con cuestiones anecdóticas,
diferentes temas, algunos altibajos en la carrera pero en fin… Después de casi
36 años de servicio exterior, me siento muy contento de volver a lo que es lo
mío. A mí me gusta mucho dialogar con la juventud, porque siempre pensé –aun
cuando yo era joven– que la transformación social y política de México no está
en las manos de quienes dirigen al país, sino de quienes lo van a dirigir y
creo que la historia me ha dado la razón.
Mariana: Entonces ¿qué fue lo
que lo llevo a estudiar Relaciones Internacionales, lo que lo impulsó a la vida
diplomática?
Embajador:
Mira,
estudiar la carrera es una cosa y estudiar la carrera es otra. Yo había tenido
algunas experiencias con diplomáticos sobre todo con diplomáticos alemanes, era
buen amigo de algunos jóvenes cuyos padres trabajaban para la embajada de
Alemania y conocí a algunos diplomáticos. Entonces la UNAM en la Escuela
Nacional de Ciencias Políticas y Sociales ofrecían una carrera que se llamaba
“Ciencias Diplomáticas” y en una conversación con una persona que después fue
un gran profesor del cual yo fui su ayudante: Juan Brom –que en paz
descanse– me decía que hacían falta
profesores en el ámbito internacional y que si yo estudiaba la carrera de
Ciencias Diplomáticas –que poco después se transformó en Relaciones
Internacionales– seguramente iba a tener éxito en pensar que yo iba a ser un
buen profesor. Todos pensábamos que él, en esa época, era un profesor con
grandes conocimientos pero un poco aburrido, entonces yo no quería copiar el
modelo y espero que dónde esté no me vaya a asustar (risas). Pero él era un poco
especial, gran profesor, gran historiador y un gran politólogo y la Escuela de
Ciencias Políticas y Sociales y la Facultad después, que eran la misma cosa,
eran entidades donde las ciencias sociales se estudiaban desde una perspectiva
muy metodológica, te estoy hablando de los años 60-70, sobre todo del segundo
quinquenio de los años 60, junto con el estudio de las ciencias sociales
también se daba el estudio de la metodología de las ciencias sociales y
práctica de lo que estábamos estudiando.
Fue una época maravillosa, porque
nuestros profesores eran autores o traductores de los libros que estudiábamos
se sentaban con nosotros en la cafetería a tomar café o Coca-Cola o a comer las
famosas tortas de chochinita pibil de esa cafetería. Era la época de aprender,
era una especia de diálogo académico, como si estuviéramos en la época de la
antigua Grecia, no solamente hablábamos dentro de la clase sino por fuera,
había mucha inquietud por el conocimiento científico, había mucha inquietud por
la ciencia política y desde luego por las relaciones internacionales. Tú
imagínate: era la época de la Guerra de Vietnam, de la guerrilla que encabezaba
el “Ché Guevara” en Bolivia, nos enteramos de qué murió pero no de cómo a pesar
de que el diario llegó prácticamente al día siguiente –estoy exagerando–, era
la época en la que el movimiento estudiantil de 1968 cuestionaba muchos valores
que se daban por sentados en esa época, los presidentes incluso llegaron a citar
la dinámica que se llevaba en la universidad sobre todo en las escuelas de
ciencias sociales.
Mariana: Usted mencionó que
estudió en Ginebra, Suiza ¿qué nos podría platicar de ésta experiencia?
Embajador:
Yo
siempre he pensado que es importante buscar los niveles de excelencia y dónde
los puedes obtener. En aquel tiempo las becas no eran difíciles, la UNAM te
pedía varias cosas pero muy fáciles de tener: un excelente promedio, que te
hubieras recibido con mención honorífico o cerca de ésta y que tuvieras la
intención de regresar a trabajar a la universidad como profesor de tiempo
completo, de hecho retorno los profesores no recibíamos el nombramiento de más
bajo, sino de un nombramiento intermedio entre los del nivel bajo y el más
alto. Yo seleccioné el Instituto de Altos Estudios Universitarios que ahora se
llama Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales y del
Desarrollo en Ginebra. Es una ciudad muy tranquila y recuerdo muy bien que
cuando me iba fui a despedirme del decano de la universidad y que me dijo
“usted si va a estudiar, porque va a Ginebra. Que no se le ocurre mejor París o
Londres para que aprenda un poco más…” por eso yo les recomiendo aquí a los
becarios lo que yo hice: estudiar es muy importante, pero aprender es aún más
importante y no sólo se aprende dentro de la escuela sino también se aprende
fuera de las aulas. El Instituto en aquel tiempo sólo tenía 100 estudiantes de
los cuales yo era el único mexicano. Pero el Instituto tenía varias
posibilidades, coexistía el Instituto de Estudios Europeos y el Instituto de
Estudios Africanos que lo encabezaba un profesor muy simpático enamorado de
Vietnam cuyo nombre era Gilbert Etienne y en él habían profesores que eran de
primerísimo nivel y uno que salía laureado de la UNAM decía “Voy a llegar a
triunfar” sí, pero había que volver a estudiar algunas cosas porque el nivel
era muy alto y había que combatir la ignorancia a través de las lecturas.
Mariana: Hice un poco de
investigación previa y pude ver que usted fue miembro de la Embajada de México
en muchos países del mundo ¿qué nos podría contar y sobre las experiencias y
que fue lo que más lo marcó en sus visitas?
Embajador:
El
Servicio Exterior Mexicano no sólo es ser embajador, ser embajador es la
cúspide de la carrera. Yo estuve en la Unión Soviética con un rango regular:
como segundo secretario y como primer secretario. Después estuve en Londres, en
la Gran Bretaña, por 6 años como segundo de la Embajada y poco a poco, una vez
ascendido a embajador, fui encontrándome en diferentes situaciones: primero fue
Arabia Saudita. Arabia Saudita fue uno de los espacios más interesantes porque
yo llegué en un momento en el que el reino estaba en la cúspide del gasto. Uno no va a Arabia Saudita a otra
cosa, o por lo menos en aquel tiempo, a observar el mercado petrolero y a
buscar inversiones; a ver qué te compran porque si quieres comprar algo tendrá
que ser petróleo. En aquella ocasión, México era bastante importante desde el
punto de vista de la exportación petrolera. ¿Cuáles fueron mis experiencias?
Primero tratar de entender una sociedad, una cultura y una religión diferentes
a la nuestra; entender el rezo, por qué cinco veces al día, la historia del
profeta Mohammed, compararla con la historia de Cristo o la de los profetas
judíos y saber por qué razón habían tantas diferencias o no y entender el
motivo de esa confrontación histórica sobre todo entre árabes y judíos. Después
tuve la fortuna –y digo tuve la fortuna– de que Saddam Hussein que era el
presidente de Irak invadiera Kuwait y yo era embajador en Arabia Saudita
entonces me tocó vivir la Guerra del Golfo, la Tormenta del Desierto que
propiamente empezó el 15 de enero y terminó a principios de abril. Obviamente
estar en un país de tal naturaleza y sentir que la guerra puede acercarse a ti,
no a nosotros como México ni nosotros como cuerpo diplomático, sino como
personas que habitaban la capital de Arabia Saudita: Riad, un objetivo de
Saddam Hussein… Una guerra espantosa, todas las guerras lo son pero fue una
guerra tecnológicamente casi perfecta –y el casi perfecto hay que quitárselo
porque murió mucha gente– y a partir de ahí en vez de lograr estabilidad, esa
parte del Medio Oriente logró mayores inestabilidades. Después regresé a México
e hice una maestría en Seguridad Nacional y después fui embajador en Turquía,
Turquía no era en ese tiempo un país manejado por una tendencia islámica, era
una estrella en el desarrollo de Europa porque por primera vez una mujer: Tansu
Çiller ocupó la jefatura de gobierno y por alguna razón yo tuve la oportunidad
de –valga la expresión coloquial– hacer buenas migas con la primera ministra
desde antes que ocupara ese cargo. Entonces tenía yo bastante acceso entonces
¿qué pasó en Turquía que me marcó mucho? Esa fascinante cultura y al mismo
tiempo esa intención de cambio encabezada por una mujer en un país
tradicionalmente de machos.
De ahí me trasladaron a Australia, en
Australia me quedé 8 años, yo sentía o que yo estaba muy contento o no me
querían en México (risas), pero la verdad es que fueron ocho años muy
productivos en el aspecto laboral, en el aspecto familiar incluso un hijo mío
se quedó a vivir en Australia –que eso pasa mucho en el SEM– en el sentido de
la presencia de México llegué a ser el decano fue una revitalización de mi
trabajo.
Después el actual rector de la
universidad que era secretario de economía del presidente Fox hizo una visita a
Australia, entablamos una buena relación y me invitó a ser el jefe de protocolo
del presidente Fox y estuve poco menos de cuatro años como director de
protocolo. En México hay una característica: sólo hay un protocolo que es el
protocolo que la cancillería provee a todo el estado mexicano y a todo el
aparato.
Fueron experiencias interesantísimas con
el presidente Fox; 55 países y más 95 ciudades diferentes visitamos, desde
ciudades tan extrañas como Yaquima al norte de los Estados Unidos, casi en la
frontera con Canadá donde un grupo de mexicanos producen las manzanas más
deliciosas que te puedas imaginar hasta Vancouver donde los mexicanos trabajan
y desarrollan actividades agrícolas hidropónicas. Otras ciudades tan hermosas
como Nueva York; un discurso del presidente Fox en Ottawa que recibió más de
cuatro minutos de aplausos, decía yo “wow, esto es la apoteosis” pero no, la
apoteosis se dio cuando fuimos a la toma de poder del presidente Zelaya y
cuando mencionaron a México y al presidente Fox la gente se bajó corriendo a
las tribunas a saludar al presidente, para tomarse una foto, pedirle el
autógrafo ¿por qué? Porque México había sido particularmente solidario con
Honduras durante la destrucción que provocó un ciclón… O estar en Cancún
después del ciclón que destruyó todas las playas de los hoteles, etc... Ser
jefe de protocolo con un secretario de relaciones exteriores dúctil y amable, y
con un presidente que mucha gente
pensaba que no era disciplinado y que por el contrario, era un presidente que
obedecía… Un gran señor que yo sé que mucha gente lo ve de una manera muy
superficial, yo no, yo tuve que tratarlo muy profundamente. Unas experiencias
impresionantes…
Mariana: Y como antiguo
miembro del Servicio Exterior Mexicano ¿cómo siente actualmente el papel de México en éste mundo globalizado?
Embajador:
Esa
es una pregunta de muy difícil textura, va de lo terso a lo difícil y de lo difícil
a lo suave y tal vez a lo inocuo o a lo transparente. México tiene una gran
tradición en materia de política exterior, somos uno de los países y de las
diplomacias más atendidas y escuchadas en el mundo, sobre todo en la época de
la Guerra Fría que México siempre procuraba que se encontrara balance; y no es
gratuito que de los tres premios nobel que tiene México, uno (el de la paz) se
lo hayan dado al embajador García Robles y otro (el de literatura) se lo hayan
dado a otro gran embajador Octavio Paz que estuvo en la India.
La diplomacia mexicana ha transitado por
momentos difíciles y tenemos que entender que el mundo ha cambiado y como el
mundo ha cambiado nosotros también debemos comprender hacia dónde queremos ir.
La tendencia apunta a que sí vamos a lograr una política de estado que no
cambie sexenalmente, pero es inevitable que las políticas exteriores de México
tengan ese toque personal porque no se puede esperar lo mismo que ha sido
burocráticamente muy eficiente pero que no tiene experiencia internacional, al
de otra persona que sabe que la proyección de México hacia el exterior es hoy
por hoy una prioridad de otra manera nos vamos a aislar, por esto es tan
importante que México de pasos tan agigantados en materia de reformas, a nadie
le gusta pagar impuestos pero son altamente necesarios y vitales para el
estado.
Mariana: Y ¿cómo conjuga su
labor académica como profesor de tiempo completo en la Universidad de las
Américas Puebla con su vida diplomática? ¿Qué es lo que más lo hace disfrutar
el ser profesor?
Embajador:
Ustedes
los jóvenes, la posibilidad de transmitir experiencias pero también la
posibilidad de actualizarme en base a las teorías modernas. Yo tuve una
ventaja, durante toda mi carrera como diplomático dicté muchas conferencias consecuentemente
había que prepararlas y si tú te imaginas dictar una conferencia en el Real
Instituto de Asuntos Internacionales llamado Chatham House en Londres o en una
Universidad británica, esto ya tenía para mí un significado muy relevante. Pero
después entrar al mundo de la burocracia dentro de México y tener la
oportunidad de escaparte de la Secretaría de Relaciones Exteriores dos veces a
la semana.
El mejor estímulo para un profesor
depende de la capacidad de sus estudiantes para asimilar lo que les está
diciendo, pero el profesor también tiene el deber de actualizarse. De saber qué
es lo que está pasando hoy. Pero ese es el gran estímulo: los jóvenes que
quieren aprender.
Mariana: Ser parte del
Servicio Exterior Mexicano conlleva una enorme responsabilidad ¿usted cuál
considera que es el perfil que alguien debe de tener para formar parte del
cuerpo diplomático?
Embajador:
Yo
no sé si debamos realmente de hacer un molde y pretender que todo aquel que planeé
ingresar al SEM debe de ser adecue a ese molde. Cada quien tiene una
personalidad diferente. Pero lo que si se requiere es patriotismo, mucha amor a
éste gran país que es México y, por supuesto, institucionalidad si no estás
dispuesto a defender la causa de tu país mejor ni te metas en eso y busca lo
que mejor te convenga. En nuestros días, un diplomático que miente es un mal diplomático;
mentir es muy fácil en la diplomacia pero la realidad está ahí ya no está en
los libros sino ahí. ¿Qué sucede? Sucede que entonces que yo tengo que tener
claro cómo voy a explicar qué es lo que está sucediendo en el país, cómo voy a explicar
que lo que está pasando en México no afecta las inversiones siempre y cuando tengan
ciertas características
Mariana: ¿Qué consejos le gustaría
dar a todas aquellas personas que forman parte del cuerpo diplomático o
pertenecer al campo internacional?
Embajador:
Yo
siempre les he dicho que se trata de convertirse en una especie de enciclopedia
británica ambulante. Las lecturas, el manejo de idiomas, el conocimiento de
México y el desarrollo profesional sólido aunque no sea rápido es a lo que los
estudiantes deben de hacer hincapié.
Mariana: Y ya finalmente para
dar cierre a ésta entrevista ¿quisiera agregar algo más?
Embajador:
Te
agradezco mucho haberte tomado el tiempo para venir a visitarme para que te de
ésta entrevista, espero que te sirva. Lo más importante del mundo de las
relaciones internacionales es creer en él, saber en dónde estamos y saber a dónde
vamos. También creo que el internacionalista tiene los instrumentos necesarios
para predecir, no es un lector del tiempo pero si puede predecir.
Mariana: Muchas gracias señor
Embajador agradezco mucho que se haya tomado el tiempo de responder a éstas
interrogantes.
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Como se podrán haber dado
cuenta ésta fue una experiencia increíble, haber tenido la oportunidad y el
privilegio de escuchar las anécdotas del Señor Embajador Raphael Steger en el
campo laboral es un enorme placer.
El poder entablar una
conversación con un experto en el tema de tu carrera siempre es muy interesante
(sobre todo si verdaderamente disfrutas la carrera que estás estudiando) y deja
muchísimo, ya que como dicen: "gran parte del conocimiento no viene de aula,
sino fuera de ella" y el poder haber tenido ésta oportunidad es
extremadamente gratificante.
Conversamos sobre más
temas que obviamente no iban acorde a la entrevista -por ejemplo, me preguntó
que si alguien de mi familia era árabe (y no, del lado materno mi familia es
española y del paterno mexicana) ya que poseía una belleza muy libanesa y se
podrán imaginar mi nivel de felicidad porque las mujeres de Medio Oriente son
MUY guapas-, pero si
les puedo decir que una experiencia súper placentera y que le recomendaría a
cualquiera que lo hiciera.
Finalmente me despido, los
invito a que comenten y a que sean felices. (: <3