viernes, 30 de agosto de 2013

Entrevista al Embajador Eminente Raphael Steger Cataño.

Embajador Raphael Steger Cataño. Futuro Decano del
Departamento de Ciencias Sociales.
Es un día nublado pero caluroso en la Universidad de las Américas Puebla en Cholula, son más allá de las cuatro de la tarde del día 27 de agosto del 2013 y después de una atareada mañana, el embajador Raphael Steger accede a una entrevista conmigo. Llevo un par de minutos en la facultad de Ciencias Sociales esperando cuando aparece y da esa sonrisa  tan característica de él. Entramos a su oficina y empezamos a conversar, no como alumna y profesor, sino como entrevistador y entrevistada, entre una persona curiosa y alguien que tiene las respuestas a sus preguntas.


Mariana: Buenas tardes señor Embajador. ¿Cómo se encuentra?

Embajador: Buenas Tardes. Bien, muy bien. Con mucho trabajo. Preparándonos para la toma de posesión el 1° de septiembre de la decanatura.

Mariana: Antes de empezar a hablar sobre su trayectoria laboral como Embajador y profesor ¿podría hablarnos un poco sobre Raphael Steger Cataño?

Embajador: ¿Sobre quién soy yo? Bueno, esa es una pregunta difícil de contestar, ya normalmente la gente no sabe quién es. Te voy a describir un poco mi historia: Ya cuando maduré e ingresé a la Universidad Autónoma de México (UNAM), yo no tenía como propósito ser embajador, ser diplomático. Me gustaba más el ámbito de la docencia y de ahí que me preparé para ser docente; me fui a Ginebra con una muy buena beca que me dieron el Banco de México y la UNAM. Regresé y estuvo todavía unos buenos años en la universidad, pero se presentó la coyuntura de ingresar al Servicio Exterior Mexicano (SEM) y en ésta coyuntura yo participé originalmente yo pensaba “Voy a la Unión Soviética dos años, eran suficientes para tratar de entender ese país”, yo pensé (risas), pero no fue así, fue difícil y muy diferente. Lo otro ya es historia de una carrera, con cuestiones anecdóticas, diferentes temas, algunos altibajos en la carrera pero en fin… Después de casi 36 años de servicio exterior, me siento muy contento de volver a lo que es lo mío. A mí me gusta mucho dialogar con la juventud, porque siempre pensé –aun cuando yo era joven– que la transformación social y política de México no está en las manos de quienes dirigen al país, sino de quienes lo van a dirigir y creo que la historia me ha dado la razón.

Mariana: Entonces ¿qué fue lo que lo llevo a estudiar Relaciones Internacionales, lo que lo impulsó a la vida diplomática?

Embajador: Mira, estudiar la carrera es una cosa y estudiar la carrera es otra. Yo había tenido algunas experiencias con diplomáticos sobre todo con diplomáticos alemanes, era buen amigo de algunos jóvenes cuyos padres trabajaban para la embajada de Alemania y conocí a algunos diplomáticos. Entonces la UNAM en la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales ofrecían una carrera que se llamaba “Ciencias Diplomáticas” y en una conversación con una persona que después fue un gran profesor del cual yo fui su ayudante: Juan Brom –que en paz descanse–  me decía que hacían falta profesores en el ámbito internacional y que si yo estudiaba la carrera de Ciencias Diplomáticas –que poco después se transformó en Relaciones Internacionales– seguramente iba a tener éxito en pensar que yo iba a ser un buen profesor. Todos pensábamos que él, en esa época, era un profesor con grandes conocimientos pero un poco aburrido, entonces yo no quería copiar el modelo y espero que dónde esté no me vaya a asustar (risas). Pero él era un poco especial, gran profesor, gran historiador y un gran politólogo y la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales y la Facultad después, que eran la misma cosa, eran entidades donde las ciencias sociales se estudiaban desde una perspectiva muy metodológica, te estoy hablando de los años 60-70, sobre todo del segundo quinquenio de los años 60, junto con el estudio de las ciencias sociales también se daba el estudio de la metodología de las ciencias sociales y práctica de lo que estábamos estudiando.
Fue una época maravillosa, porque nuestros profesores eran autores o traductores de los libros que estudiábamos se sentaban con nosotros en la cafetería a tomar café o Coca-Cola o a comer las famosas tortas de chochinita pibil de esa cafetería. Era la época de aprender, era una especia de diálogo académico, como si estuviéramos en la época de la antigua Grecia, no solamente hablábamos dentro de la clase sino por fuera, había mucha inquietud por el conocimiento científico, había mucha inquietud por la ciencia política y desde luego por las relaciones internacionales. Tú imagínate: era la época de la Guerra de Vietnam, de la guerrilla que encabezaba el “Ché Guevara” en Bolivia, nos enteramos de qué murió pero no de cómo a pesar de que el diario llegó prácticamente al día siguiente –estoy exagerando–, era la época en la que el movimiento estudiantil de 1968 cuestionaba muchos valores que se daban por sentados en esa época, los presidentes incluso llegaron a citar la dinámica que se llevaba en la universidad sobre todo en las escuelas de ciencias sociales.

Mariana: Usted mencionó que estudió en Ginebra, Suiza ¿qué nos podría platicar de ésta experiencia?

Embajador: Yo siempre he pensado que es importante buscar los niveles de excelencia y dónde los puedes obtener. En aquel tiempo las becas no eran difíciles, la UNAM te pedía varias cosas pero muy fáciles de tener: un excelente promedio, que te hubieras recibido con mención honorífico o cerca de ésta y que tuvieras la intención de regresar a trabajar a la universidad como profesor de tiempo completo, de hecho retorno los profesores no recibíamos el nombramiento de más bajo, sino de un nombramiento intermedio entre los del nivel bajo y el más alto. Yo seleccioné el Instituto de Altos Estudios Universitarios que ahora se llama Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo en Ginebra. Es una ciudad muy tranquila y recuerdo muy bien que cuando me iba fui a despedirme del decano de la universidad y que me dijo “usted si va a estudiar, porque va a Ginebra. Que no se le ocurre mejor París o Londres para que aprenda un poco más…” por eso yo les recomiendo aquí a los becarios lo que yo hice: estudiar es muy importante, pero aprender es aún más importante y no sólo se aprende dentro de la escuela sino también se aprende fuera de las aulas. El Instituto en aquel tiempo sólo tenía 100 estudiantes de los cuales yo era el único mexicano. Pero el Instituto tenía varias posibilidades, coexistía el Instituto de Estudios Europeos y el Instituto de Estudios Africanos que lo encabezaba un profesor muy simpático enamorado de Vietnam cuyo nombre era Gilbert Etienne y en él habían profesores que eran de primerísimo nivel y uno que salía laureado de la UNAM decía “Voy a llegar a triunfar” sí, pero había que volver a estudiar algunas cosas porque el nivel era muy alto y había que combatir la ignorancia a través de las lecturas.

Mariana: Hice un poco de investigación previa y pude ver que usted fue miembro de la Embajada de México en muchos países del mundo ¿qué nos podría contar y sobre las experiencias y que fue lo que más lo marcó en sus visitas?

Embajador: El Servicio Exterior Mexicano no sólo es ser embajador, ser embajador es la cúspide de la carrera. Yo estuve en la Unión Soviética con un rango regular: como segundo secretario y como primer secretario. Después estuve en Londres, en la Gran Bretaña, por 6 años como segundo de la Embajada y poco a poco, una vez ascendido a embajador, fui encontrándome en diferentes situaciones: primero fue Arabia Saudita. Arabia Saudita fue uno de los espacios más interesantes porque yo llegué en un momento en el que el reino estaba en la cúspide  del gasto. Uno no va a Arabia Saudita a otra cosa, o por lo menos en aquel tiempo, a observar el mercado petrolero y a buscar inversiones; a ver qué te compran porque si quieres comprar algo tendrá que ser petróleo. En aquella ocasión, México era bastante importante desde el punto de vista de la exportación petrolera. ¿Cuáles fueron mis experiencias? Primero tratar de entender una sociedad, una cultura y una religión diferentes a la nuestra; entender el rezo, por qué cinco veces al día, la historia del profeta Mohammed, compararla con la historia de Cristo o la de los profetas judíos y saber por qué razón habían tantas diferencias o no y entender el motivo de esa confrontación histórica sobre todo entre árabes y judíos. Después tuve la fortuna –y digo tuve la fortuna– de que Saddam Hussein que era el presidente de Irak invadiera Kuwait y yo era embajador en Arabia Saudita entonces me tocó vivir la Guerra del Golfo, la Tormenta del Desierto que propiamente empezó el 15 de enero y terminó a principios de abril. Obviamente estar en un país de tal naturaleza y sentir que la guerra puede acercarse a ti, no a nosotros como México ni nosotros como cuerpo diplomático, sino como personas que habitaban la capital de Arabia Saudita: Riad, un objetivo de Saddam Hussein… Una guerra espantosa, todas las guerras lo son pero fue una guerra tecnológicamente casi perfecta –y el casi perfecto hay que quitárselo porque murió mucha gente– y a partir de ahí en vez de lograr estabilidad, esa parte del Medio Oriente logró mayores inestabilidades. Después regresé a México e hice una maestría en Seguridad Nacional y después fui embajador en Turquía, Turquía no era en ese tiempo un país manejado por una tendencia islámica, era una estrella en el desarrollo de Europa porque por primera vez una mujer: Tansu Çiller ocupó la jefatura de gobierno y por alguna razón yo tuve la oportunidad de –valga la expresión coloquial– hacer buenas migas con la primera ministra desde antes que ocupara ese cargo. Entonces tenía yo bastante acceso entonces ¿qué pasó en Turquía que me marcó mucho? Esa fascinante cultura y al mismo tiempo esa intención de cambio encabezada por una mujer en un país tradicionalmente de machos.
De ahí me trasladaron a Australia, en Australia me quedé 8 años, yo sentía o que yo estaba muy contento o no me querían en México (risas), pero la verdad es que fueron ocho años muy productivos en el aspecto laboral, en el aspecto familiar incluso un hijo mío se quedó a vivir en Australia –que eso pasa mucho en el SEM– en el sentido de la presencia de México llegué a ser el decano fue una revitalización de mi trabajo.
Después el actual rector de la universidad que era secretario de economía del presidente Fox hizo una visita a Australia, entablamos una buena relación y me invitó a ser el jefe de protocolo del presidente Fox y estuve poco menos de cuatro años como director de protocolo. En México hay una característica: sólo hay un protocolo que es el protocolo que la cancillería provee a todo el estado mexicano y a todo el aparato.
Fueron experiencias interesantísimas con el presidente Fox; 55 países y más 95 ciudades diferentes visitamos, desde ciudades tan extrañas como Yaquima al norte de los Estados Unidos, casi en la frontera con Canadá donde un grupo de mexicanos producen las manzanas más deliciosas que te puedas imaginar hasta Vancouver donde los mexicanos trabajan y desarrollan actividades agrícolas hidropónicas. Otras ciudades tan hermosas como Nueva York; un discurso del presidente Fox en Ottawa que recibió más de cuatro minutos de aplausos, decía yo “wow, esto es la apoteosis” pero no, la apoteosis se dio cuando fuimos a la toma de poder del presidente Zelaya y cuando mencionaron a México y al presidente Fox la gente se bajó corriendo a las tribunas a saludar al presidente, para tomarse una foto, pedirle el autógrafo ¿por qué? Porque México había sido particularmente solidario con Honduras durante la destrucción que provocó un ciclón… O estar en Cancún después del ciclón que destruyó todas las playas de los hoteles, etc... Ser jefe de protocolo con un secretario de relaciones exteriores dúctil y amable, y con un  presidente que mucha gente pensaba que no era disciplinado y que por el contrario, era un presidente que obedecía… Un gran señor que yo sé que mucha gente lo ve de una manera muy superficial, yo no, yo tuve que tratarlo muy profundamente. Unas experiencias impresionantes…

Mariana: Y como antiguo miembro del Servicio Exterior Mexicano ¿cómo siente actualmente  el papel de México en éste mundo globalizado?

Embajador: Esa es una pregunta de muy difícil textura, va de lo terso a lo difícil y de lo difícil a lo suave y tal vez a lo inocuo o a lo transparente. México tiene una gran tradición en materia de política exterior, somos uno de los países y de las diplomacias más atendidas y escuchadas en el mundo, sobre todo en la época de la Guerra Fría que México siempre procuraba que se encontrara balance; y no es gratuito que de los tres premios nobel que tiene México, uno (el de la paz) se lo hayan dado al embajador García Robles y otro (el de literatura) se lo hayan dado a otro gran embajador Octavio Paz que estuvo en la India.
La diplomacia mexicana ha transitado por momentos difíciles y tenemos que entender que el mundo ha cambiado y como el mundo ha cambiado nosotros también debemos comprender hacia dónde queremos ir. La tendencia apunta a que sí vamos a lograr una política de estado que no cambie sexenalmente, pero es inevitable que las políticas exteriores de México tengan ese toque personal porque no se puede esperar lo mismo que ha sido burocráticamente muy eficiente pero que no tiene experiencia internacional, al de otra persona que sabe que la proyección de México hacia el exterior es hoy por hoy una prioridad de otra manera nos vamos a aislar, por esto es tan importante que México de pasos tan agigantados en materia de reformas, a nadie le gusta pagar impuestos pero son altamente necesarios y vitales para el estado.

Mariana: Y ¿cómo conjuga su labor académica como profesor de tiempo completo en la Universidad de las Américas Puebla con su vida diplomática? ¿Qué es lo que más lo hace disfrutar el ser profesor?

Embajador: Ustedes los jóvenes, la posibilidad de transmitir experiencias pero también la posibilidad de actualizarme en base a las teorías modernas. Yo tuve una ventaja, durante toda mi carrera como diplomático dicté muchas conferencias consecuentemente había que prepararlas y si tú te imaginas dictar una conferencia en el Real Instituto de Asuntos Internacionales llamado Chatham House en Londres o en una Universidad británica, esto ya tenía para mí un significado muy relevante. Pero después entrar al mundo de la burocracia dentro de México y tener la oportunidad de escaparte de la Secretaría de Relaciones Exteriores dos veces a la semana.
El mejor estímulo para un profesor depende de la capacidad de sus estudiantes para asimilar lo que les está diciendo, pero el profesor también tiene el deber de actualizarse. De saber qué es lo que está pasando hoy. Pero ese es el gran estímulo: los jóvenes que quieren aprender.

Mariana: Ser parte del Servicio Exterior Mexicano conlleva una enorme responsabilidad ¿usted cuál considera que es el perfil que alguien debe de tener para formar parte del cuerpo diplomático?

Embajador: Yo no sé si debamos realmente de hacer un molde y pretender que todo aquel que planeé ingresar al SEM debe de ser adecue a ese molde. Cada quien tiene una personalidad diferente. Pero lo que si se requiere es patriotismo, mucha amor a éste gran país que es México y, por supuesto, institucionalidad si no estás dispuesto a defender la causa de tu país mejor ni te metas en eso y busca lo que mejor te convenga. En nuestros días, un diplomático que miente es un mal diplomático; mentir es muy fácil en la diplomacia pero la realidad está ahí ya no está en los libros sino ahí. ¿Qué sucede? Sucede que entonces que yo tengo que tener claro cómo voy a explicar qué es lo que está sucediendo en el país, cómo voy a explicar que lo que está pasando en México no afecta las inversiones siempre y cuando tengan ciertas características  

Mariana: ¿Qué consejos le gustaría dar a todas aquellas personas que forman parte del cuerpo diplomático o pertenecer al campo internacional?

Embajador: Yo siempre les he dicho que se trata de convertirse en una especie de enciclopedia británica ambulante. Las lecturas, el manejo de idiomas, el conocimiento de México y el desarrollo profesional sólido aunque no sea rápido es a lo que los estudiantes deben de hacer hincapié.

Mariana: Y ya finalmente para dar cierre a ésta entrevista ¿quisiera agregar algo más?
Embajador: Te agradezco mucho haberte tomado el tiempo para venir a visitarme para que te de ésta entrevista, espero que te sirva. Lo más importante del mundo de las relaciones internacionales es creer en él, saber en dónde estamos y saber a dónde vamos. También creo que el internacionalista tiene los instrumentos necesarios para predecir, no es un lector del tiempo pero si puede predecir.

Mariana: Muchas gracias señor Embajador agradezco mucho que se haya tomado el tiempo de responder a éstas interrogantes.


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Como se podrán haber dado cuenta ésta fue una experiencia increíble, haber tenido la oportunidad y el privilegio de escuchar las anécdotas del Señor Embajador Raphael Steger en el campo laboral es un enorme placer. 
El poder entablar una conversación con un experto en el tema de tu carrera siempre es muy interesante (sobre todo si verdaderamente disfrutas la carrera que estás estudiando) y deja muchísimo, ya que como dicen: "gran parte del conocimiento no viene de aula, sino fuera de ella" y el poder haber tenido ésta oportunidad es extremadamente gratificante.
Conversamos sobre más temas que obviamente no iban acorde a la entrevista -por ejemplo, me preguntó que si alguien de mi familia era árabe (y no, del lado materno mi familia es española y del paterno mexicana) ya que poseía una belleza muy libanesa y se podrán imaginar mi nivel de felicidad porque las mujeres de Medio Oriente son MUY guapas-,  pero si les puedo decir que una experiencia súper placentera y que le recomendaría a cualquiera que lo hiciera.

Finalmente me despido, los invito a que comenten y a que sean felices. (: <3




lunes, 26 de agosto de 2013

En la UDLAP guapura e inteligencia si van juntas...

El pasado viernes 23 de agosto hicimos una pequeña parada en la biblioteca aparte de para conocerla porque muchos aún no habíamos tenido la oportunidad de entrar, para conocer la gran variedad de libros que hay respecto a nuestras carreras.

Soy fanática de los libros (aprendí a amarlos más gracias al escritor español Carlos Ruíz Zafón) por lo que entrar a un lugar y sentir ese olor a libros es un enorme placer que disfruto tener de vez en cuando.

Para todos aquellos que disfrutan de los libros les recomiendo la biblioteca de la Universidad de las Américas ya que son tres pisos con una gran variedad de libros, hay una sala de consulta por internet, un área dedicada a mapas y un área de estudio (la cual todos utilizaremos en algún punto...). 

Entre los libros con un contenido interesante en el campo de las Relaciones Internacionales, relacionados con la parte bélica y post-conflicto recomiendo mucho The Journal of Conflict Resolution y su capítulo Democracy under the Gun:Understanding Post-conflict y el libro International Security en especial el capitulo The Myth of Military Myopia.

Finalmente los invito a que visiten ésta impresionante biblioteca, llena de cultura y conocimiento, porque no importa cuanto llegue a avanzar la tecnología empleada por el ser humano, nunca habrá nada que pueda remplazar a un libro. 

martes, 20 de agosto de 2013

Mi vida: “De las puntas a los sneakers, de los sneakers a los libros.”

Hace muchos, muchos años (19, para ser exactos) en un lugar muy lejano (la Ciudad de México) nació una niña muy pequeña y de ojos muy grandes a los que sus papás decidieron llamarla Mariana, pero la enfermera o la de registro civil o lo que sea era medio burra así que ¿porqué no? Le puso “Marianna”.

Marianna era una niña muy pequeña, distraída y demasiado tímida. Marianna no hablaba con nadie más que con su hermana mayor Mariela (te amo dude) y a escondidas. La madre de Marianna, Ana, a la cual ahora llamaremos Mamifuu, se preocupó muchísimo porque “O sea ¿cómo su hija no hablaba con nadie? Qué oso”... Bueno, tal vez no taaaaaaaan así. En fin, Ana fue por muchos años una bailarina de danza clásica así que tomó la mejor decisión que pudo haber tomado: metió a Marianna a ballet para obligarla a socializar de una manera no tan ruda y porque eso le daría “una buena postura y muy lindas piernas” (gracias Mamifuu, te amo). 

Y así fue como pasé de ser la niña de ojos grandes y muda, a la bailarina que aún tiene ojos grandes, pero que no se calla. No voy a entrar muy a fondo a mi vida o a describirme porque, pues “equis” pero me gusta mucho hablar de como conocí al amor de mi vida (y no, no es un hombre o nada tangible): la danza.

Siempre he dicho que hay tres etapas de mi vida: antes del ballet, durante el ballet y después de las Beat Freaks... Para aquellos que no lo saben, las Beat Freaks son un crew que participó en el show America’s Best Dance Crew... y desafortunadamente no ganó.

Por muchos años, yo me dediqué a la danza clásica porque junto con los bailes de salón, son estilos femeninos porque las mujeres siempre debemos de mantener una buena postura, cuidar la línea de los brazos, ser elegantes y blahblahblah... Y los estilos urbanos, pues son una cosa muy ruda.

Recuerdo a la perfección que era una aburrida tarde en unas vacaciones en Orlando, una tarde arruinada por la lluvia típica de verano que nos impidió salir; mientras mi hermana estaba cambiando los canales de la televisión para encontrar algo interesante y verlo. Así fue como nos topamos con un show llamado America’s Best Dance Crew presentado por Mario López. Ya conocíamos el show porque la primera temporada había sido ganada por los legendarios JabbaWockeeZ -y no saber quiénes son los JabbaWockeeZ para un bailarín (sin importar en que tipo de danza se desarrolle) es como no saber que Tchaikovsky también compuso The Nutcracker Sleeping Beauty

Estábamos felizmente viendo el show, impresionadas por las habilidades del Quest Crew y posteriormente fue cuando presentaron a las Beat Freaks... Cuando las vi bailar reviví un sentimiento que no se había repetido más que dos veces en mi vida: cuando vi por primera vez un recital y cuando mis papás me dieron mis primeras puntas; ese sentimiento era amor (mucha gente dice que es una palabra muy fuerte, pero yo la considero la adecuada). Tuve la oportunidad de ver una de las presentaciones más legendarias del show: The Illusion Challenge donde tenía que “hacer magia o por lo menos fingir que la hacían” (luego les adjuntó el video). En una presentación de menos de dos minutos me hizo cambiar completamente mi perspectiva de la danza y “dejar al ballet descansar un rato” para impulsar mi nueva pasión.

Pasaron muchas cosas en los años siguientes, y son historias muy largas, complicadas y privadas por lo que no vale la pena redactarlas. Pero para resumir: tuve que renunciar a la danza como mi motor profesional y encontrar otra cosa que me llenara. Hasta ahorita, me gusta muchísimo, tal vez no llena ese hueco que dejó en mi la danza pero a veces es necesario pensar que las cosas suceden por algo y puede que en éste momento no lo entendamos, pero seguro que nos espera aún mayor grandeza en el futuro. (: