martes, 20 de agosto de 2013

Mi vida: “De las puntas a los sneakers, de los sneakers a los libros.”

Hace muchos, muchos años (19, para ser exactos) en un lugar muy lejano (la Ciudad de México) nació una niña muy pequeña y de ojos muy grandes a los que sus papás decidieron llamarla Mariana, pero la enfermera o la de registro civil o lo que sea era medio burra así que ¿porqué no? Le puso “Marianna”.

Marianna era una niña muy pequeña, distraída y demasiado tímida. Marianna no hablaba con nadie más que con su hermana mayor Mariela (te amo dude) y a escondidas. La madre de Marianna, Ana, a la cual ahora llamaremos Mamifuu, se preocupó muchísimo porque “O sea ¿cómo su hija no hablaba con nadie? Qué oso”... Bueno, tal vez no taaaaaaaan así. En fin, Ana fue por muchos años una bailarina de danza clásica así que tomó la mejor decisión que pudo haber tomado: metió a Marianna a ballet para obligarla a socializar de una manera no tan ruda y porque eso le daría “una buena postura y muy lindas piernas” (gracias Mamifuu, te amo). 

Y así fue como pasé de ser la niña de ojos grandes y muda, a la bailarina que aún tiene ojos grandes, pero que no se calla. No voy a entrar muy a fondo a mi vida o a describirme porque, pues “equis” pero me gusta mucho hablar de como conocí al amor de mi vida (y no, no es un hombre o nada tangible): la danza.

Siempre he dicho que hay tres etapas de mi vida: antes del ballet, durante el ballet y después de las Beat Freaks... Para aquellos que no lo saben, las Beat Freaks son un crew que participó en el show America’s Best Dance Crew... y desafortunadamente no ganó.

Por muchos años, yo me dediqué a la danza clásica porque junto con los bailes de salón, son estilos femeninos porque las mujeres siempre debemos de mantener una buena postura, cuidar la línea de los brazos, ser elegantes y blahblahblah... Y los estilos urbanos, pues son una cosa muy ruda.

Recuerdo a la perfección que era una aburrida tarde en unas vacaciones en Orlando, una tarde arruinada por la lluvia típica de verano que nos impidió salir; mientras mi hermana estaba cambiando los canales de la televisión para encontrar algo interesante y verlo. Así fue como nos topamos con un show llamado America’s Best Dance Crew presentado por Mario López. Ya conocíamos el show porque la primera temporada había sido ganada por los legendarios JabbaWockeeZ -y no saber quiénes son los JabbaWockeeZ para un bailarín (sin importar en que tipo de danza se desarrolle) es como no saber que Tchaikovsky también compuso The Nutcracker Sleeping Beauty

Estábamos felizmente viendo el show, impresionadas por las habilidades del Quest Crew y posteriormente fue cuando presentaron a las Beat Freaks... Cuando las vi bailar reviví un sentimiento que no se había repetido más que dos veces en mi vida: cuando vi por primera vez un recital y cuando mis papás me dieron mis primeras puntas; ese sentimiento era amor (mucha gente dice que es una palabra muy fuerte, pero yo la considero la adecuada). Tuve la oportunidad de ver una de las presentaciones más legendarias del show: The Illusion Challenge donde tenía que “hacer magia o por lo menos fingir que la hacían” (luego les adjuntó el video). En una presentación de menos de dos minutos me hizo cambiar completamente mi perspectiva de la danza y “dejar al ballet descansar un rato” para impulsar mi nueva pasión.

Pasaron muchas cosas en los años siguientes, y son historias muy largas, complicadas y privadas por lo que no vale la pena redactarlas. Pero para resumir: tuve que renunciar a la danza como mi motor profesional y encontrar otra cosa que me llenara. Hasta ahorita, me gusta muchísimo, tal vez no llena ese hueco que dejó en mi la danza pero a veces es necesario pensar que las cosas suceden por algo y puede que en éste momento no lo entendamos, pero seguro que nos espera aún mayor grandeza en el futuro. (:


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